- Qué tal el fin de semana del …
- - A mí me va bien.
- - No, ese es la excursión a…
- - Yo tengo ocupado.
Hasta que finalmente se logró encontrar el apropiado. Y ha llegado. Viernes tarde, terminar el trabajo y preparar “los instrumentos”. Botas, ropa, gps, comprar la comida que se compartirá. Para entonces los “TRACKeros” ya llevan sus buenas horas de sillón-excursión frente al ordenador en los días previos. Mira este track del “wikiloc”, bájate el mapa del topopiri, revísalo con el google earth, compáralo con el libro… todo un trabajito que después dará sus frutos.
Y ya son las cinco y pico… tú le pasas a buscar a… tal le recoge a
cual… y nos vemos a las seis. Y allí en punto todos dentro de la autocaravana,
que ya toca preparar las etapas que están lejos y no se pueden hacer en el día.
Camino de risas, de bromas, de curvas y de encontrar el punto en
que se quedó la etapa anterior. Casi tres horas de viaje que no te quita nadie
y que se pasan bien en buena compañía mientras alguno aprovecha para echar una
siesta tirado en la cama trasera de la casa rodante.
Llegamos. Bien, aquí lo dejamos la última vez. Bonito sitio, un
final de bosque entre Behe Nafarroa y Zuberoa. La noche cayendo. Nublado y comienza
a refrescar, no llueve, sin problema, según la predicción “si llueve serán
cuatro gotas y para la mañana dejará de caer, sólo estará nublado”.
Después del viaje el hambre se nos une al grupo y reclama su sitio.
Pero en el carro no hay sitio para nadie más, así que sacamos la cena. ¡Qué
dura es la vida del montañero/a en los tiempos actuales! Pastel de pescado con
mahonesa, albóndigas en salsa, un buen regadío de reserva, queso, dulce de
postre… y eso, sentaditos a la mesa mientras fuera se oye llamar a la puerta a
alguna gotita de lluvia.
Que no, que no hay sitio para más, no insistas y con el café nocturno le dejamos a la lluvia fuera… esperemos que no sea rencorosa y no busque venganza. A dormir, que mañana toca un día de esos en los que hay que caminar y tomar notas de los lugares.
Que no, que no hay sitio para más, no insistas y con el café nocturno le dejamos a la lluvia fuera… esperemos que no sea rencorosa y no busque venganza. A dormir, que mañana toca un día de esos en los que hay que caminar y tomar notas de los lugares.
Vengativa no, la lluvia no es vengativa, sólo insistente. Quería
entrar al grupo y hora tras hora lo ha intentado. Buenos chaparrones sin parar
durante toda la noche y a las siete seguía queriendo desayunar con todos. Casi
que no, que todavía no. Tras el desayuno botas, GPSeses y a caminar en dos
equipos. Unos comienzan aquí y los otros se llevan la “casa” hasta el final de
esta etapa para comenzar allí la siguiente. La lluvia no se quiere perder
ninguna así que se va con los dos grupos, sin resentimiento, a pesar de que no es muy bienvenida… y mira que le gusta este
proyecto… le da igual si es en los preparativos o si es el día de la etapa, ahí
está casi siempre dispuesta a apuntarse. Le hacemos un hueco, no hay más.
Encontrar algunos tramos entre la lluvia y la niebla no es fácil.
No hay camino trazado en muchos lugares y hay que encontrar pasos para un grupo
de unos cien… se dice fácil. Caminos cerrados por la maleza, alambradas nuevas,
“tracks teóricos” poco posibles (ya se sabe, el mapa no es el territorio real)…
Tres horas para algo que luego serán cincuenta minutos… y tal vez un tercio más
de recorrido en algunas zonas. La moral y fondo físico de los que retroceden varias veces para
marcar correctamente el track, para que quede para la posteridad, permanece
intacta. Los que vengan detrás, el gran grupo, seguirá como un arroyo fluido un
cauce que ha habido que encontrar arriba y abajo, a derecha e izquierda.
La lluvia nos deja en compañía de la niebla cerrada, tan cerrada
que la gran ermita de casi treinta metros se nos planta a dos palmos como si de
una aparición se tratase. Con estas condiciones, sin GPeSes
que valgan ya hubiésemos tenido que abandonar la preparación… andamos a ciegas
guiados desde el cielo. Mientras almorzamos no le damos conversación a la
niebla y ésta, aburrida, se va en busca de la lluvia para juguetear en algún
otro lugar del Piri. De paso, nos abre la ventana para ver a nuestros pies los
maravillosos y suaves valles de Zuberoa.
Viendo hacia dónde vamos todo es diferente. Es más cómodo
disfrutar. Podemos ver gran parte de lo que hemos hecho y lo que queda también
es más claro. En el camino una reflexión básica, desde los sentidos; qué
hermoso es poder hacer esto y que otros lo puedan hacer. Y una pregunta lanzada
al aire también encuentra respuesta rápida en el grupo; es una satisfacción
resolver las dificultades de paso de esta gran travesía… y todo mientras se
“negocia” (sube y baja de nuevo, retrocede ladera arriba…) el encuentro de una
senda desdibujada entre el barro y casi perdida en el último tramo de la etapa.
Y una idea tácita, medio dicha, flota en el aire… y esto en solitario… ¡qué
gusto en compañía!
Entre dos y tres horas más de lo que será la etapa cuando se haga
con el gran grupo y los equipos se encuentran de nuevo. Anécdotas, bromas,
reponer fuerzas y de nuevo carretera en la casa rodante durante unas horas
hasta despedirnos contentos. En el camino las nubes dejan paso a una luna casi
llena. No llueve; evidente, ya no hay que andar…
(Koldo Ramirez de Olano)
Un canto a la amistad llena de lluvia...
ResponderEliminarTodo muy épico,sì,sí, pero me he quedado enganchada a la descripción del, refrigerio, piscolabis, tentempié, seamos serios: COMILONA MONUMENTAL. Y ahora seamos más serios todavía: Mila esker zuen lanagatik!!! Benetan
ResponderEliminar