...Viento enfurecido, gotas de lluvia
dispersas que al tocar nuestras caras pican como granizo. Poco a poco avanzamos
expuestos a estos elementos durante un buen rato, sin posibilidad de
guarecernos en ningún lugar; caminamos por los altos de la Sierra de Sálbada,
de la que emergen como proas hacia el Valle esas hermosas cimas, Bedarbide, Tologorri,
Ungino, ese espectacular Ojo que apenas pude ver pero...bueno, retrocedamos al
inicio, que poco tiene que ver con esta descripción...
Amanece un domingo nublado en Donostia, está lloviendo.
A las 7 de la mañana partimos los 2 autobuses hacia tierras de Urduña (Orduña),
donde una mañana más seca nos estaba esperando. Comenzamos la 29 etapa de esta
EHO a las 9,25 h encarándonos hacia la muralla de la Sierra de Sálbada con el
Pico del Fraile, o Fraileburu a nuestra derecha.
Una vez alcanzado el alto,
después de una dura subida, se puede observar ya la cima de Txarlazo con el
característico monumento en honor de la Virgen de La Antigua, a 938 metros de
altitud.
Se desciende hacia el Portillo de Gordetxo para luego ascender por
pendiente de hierba hacia la cima de Txolope, a 1028 metros; bajo esta cima se
encuentra un viejo refugio incrustado en la roca.
El día aguanta a pesar de los
negros nubarrones que se empiezan a vislumbrar en la lejanía. Nosotros a lo
nuestro, seguimos disfrutando del paisaje que, pese al fuerte viento, nos
brinda esta preciosa Sierra. Continuamos, pues, caminando y sintiendo cada
paso, como siempre. La cornisa nos depara un espectacular paisaje sobre el
Valle de Aiara.
Continuamos hasta topar con la cima de Bedarbide (1041 m)
mientras finas gotas comienzan a salpicarnos poco a poco. Logramos comer el
hamaiketako cuando el viento y el agua nos dan una pequeña tregua, todavía no
había empezado lo peor.
Seguimos caminando entre pastos, vacas y
caballos, mansamente, tranquilamente. Ya nos hemos acostumbrado al aire peleón
de estos lugares.
Pronto llegamos a una fuente donde algunos llenan sus
cantimploras; a escasos metros de la misma se alza la cima de Tologorri, de
1066 metros, con esa característica figura en forma de proa que a todos se nos
quedó grabada en la anterior etapa viéndola desde el Salto del Nervión.
Vamos
sacando las capas, cubre-mochilas, gorros y guantes...No merece la pena sacar
los paragüas, el viento se ríe de ellos. Ahora estamos a su merced, hace con
nosotros lo que quiere. Nos zarandea, solo podemos mirar al suelo, y nos trae
la lluvia...Pienso en bajar, sólo bajar,
pero levanto la vista y hay otra cima que me embruja, esa proa perfecta hacia
el Valle, sólo quiero llegar a ella...Veo un ojo grande, y a través de él, una
inmensidad, pero mis piernas me obligan a continuar, tengo frío, tanto frío...Cima
y Ojo de Ungino (1105 m).
A partir de ahí, dejó de llover, y nos adentramos en un precioso bosque de hayas, donde el otoño lo llenaba todo de colores, no se sentía el viento, tan sólo el ruido de nuestras pisadas sobre las hojas caídas, como en una alfombra mullida. Entonces, pensé, me hubiera quedado plantada como uno de esos preciosos árboles, sólo por llenarme de ese color y de esa paz que me rodeaba, pero ya era tarde...Se me secó la ropa encima y todo el frío se me esfumó entonces. En 8 horas, 25 kilómetros y 1200 metros de desnivel llegamos hasta el pueblito de Encima Angulo donde, en una curva de la carretera, nos esperaban nuestros autobuses para la vuelta. Bilbo contemplará nuestra llegada el mes que viene ...
(MIREN MUÑOZ)